domingo, 17 de mayo de 2009

Mgoun Ride. Día 1º.- Aproximación

Amezri y Monte Mgoun

Salimos de Ifoulou a las 11, es el 12 de abril del 2009, en el primer 4x4 Yolanda, Iratxe y Yess, en el segundo Simo –mi guía y traductor-, Driss –un guía local que nos va a llevar por una ruta distinta- y Yo.

Voy un poco preocupado, y hasta que no esté de vuelta en Ifoulou lo seguiré estando, porque ayer reventé una rueda–y no es un pinchazo que se pueda arreglar, sino una raja lateral que la hace inservible - y sólo que me he traído una de recambio, es decir, voy con las ruedas puestas y un bote con una espuma repara-pinchazos que me servirá sólo si este es pequeño. He estado a punto de dejarlo, porque 50 kms por pedreras y sucesivos pasos de un Tessaout que este año viene muy fuerte por las grandes nevadas del invierno no es un escenario muy halagüeño, pero como dice uno de los traductores que han venido al campo de trabajo: “¿Mañana? Yo sólo sé lo que es ahora, yo sólo vivo este momento. Mañana ya veremos. Inshallah”.Pared sobre el Tessaout

Y así, queriendo vivir este día y sólo este día, me he lanzado a la aventura de subir el Mgoun, así como a empezar a vivir mi nueva etapa Amazigh.

Los primeros 10 kms los conozco bien al haber ido ya varias veces a Magdaz –la más bella ciudad del Alto Atlas según muchos- y el camino está más o menos bien. Sólo voy con cuidado de piedras y pasos estrechos, y saludando a los chavales que nos piden bolis por el camino.

A partir de Ait-Hamza el camino empieza a estropearse poco a poco, quizá porque los siguientes pueblos tienen otra salida del Atlas, una carretera que desde Amezri va a Zkoura, y quizá también porque se produce un cambio de provincia –de Azilal a Ouarzzazate-, que siempre son tan abandonados a la hora de las infraestructuras y su mantenimiento, pensará el político de turno, total para ir a otra provincia…

Cruzando el rio

Video de paso del Tessaout

Pero lo que para los habitantes del lugar es una gran putada, y más indignidad social, para nosotros es un emocionante trayecto de 20 kms con tramos de camino cortado por el río que vadeamos por zonas con mucha agua y alguna gran roca a evitar.

Hermosa aldea de Talat n-Tazart

La aventura y emociones que tengo me hacen olvidar la rueda: “Lo que tenga que pasar pasará”, y por primera vez desde mi llegada –ya que me había centrado en el campo de trabajo de aG-, comienzo a sentir la vida con una fuerza que sólo recuerdo en mi juventud. Fuera de despachos, reuniones, comodidades, apegos, electrónicas –que sólo usaré como un medio para mostrar lo que me pase, y no como un fin en si mismo- y demás aparatos de una sociedad que llaman del bienestar pero que a mi me parece más del malvivir, de la pérdida de la esencia del ser humano. Y con el reto de ayudar al desarrollo de un valle tan hermoso, en paisaje y gentes, con el que adquirí un compromiso de cambio –en un sentido amplio pero respetuoso, sin olvidar las condiciones de vida de mujeres y niños, que son los que más sufren las condiciones de pobreza y abandono, y que con un poco de ayuda, sólo un poco, se podría acabar con la gran indignidad que padecen los Amazigh de esta zona-. El acceso al agua potable, la falta de educación –más allá de sus tradiciones, que aunque bellas y apasionantes, son insuficientes para hacer hombres y mujeres libres con capacidad para manejar sus vidas y sentimientos y con un entendimiento amplio sobre el mundo que los rodea-, sin una sanidad mínima, sin trabajo –solo cosechas de supervivencia y el uso incontrolado de los recursos naturales que les rodean, con los riesgos, como una deforestación en aumento o la degradación del medio ambiente. Entre las principales carencias que yo veo.

Y sin nada, no obstante, estos increíblemente duros y gentiles seres, viven con una contagiosa alegría a la que me he visto expuesto, también, desde el primer momento que los conocí.

Anciano ayudándonos a bajar al rio

Después de 20 kms de emociones y fuertes sentimientos de libertad, felicidad y dulzura –como la que nos regalaron esa pareja de mayores que, al ver que intentábamos con rocas fabricar una vía para llegar al río y cruzarlo, nos sacaron su pico y azadón, y se quedaron charlando con nosotros mientras acabábamos el trabajo-, después de este y muchos momentos similares, llegamos por fin a Amezri –capital de comarca y gran aldea de unos 2 ó 3000 habitantes y otros tantos en las aldeas que están alrededor-.

Podríamos salir desde aquí hacia el Mgoun, dejar el coche y alquilar unas mulas,pero habíamos decidido hacerlo desde Tasgaiwalt –a unos 2 kms al norte- ya que al ser menos turística, la vivencia sería más intensa, como así pasó.

Aldea de Tasgaiwalt

Nos reciben 20 ó 30 niños, como siempre ocurre, y después de jugar un rato al te hago una foto, no, corro, aparece un adulto. Ya sabe a lo que viene y enseguida nos invita a tomar un Té a su casa. Le preguntamos por muleros y nos dice que sí, pero que primero el Té.

La casa humilde, pero con agua y en breve luz –afortunados-, como me cuenta al ir subiendo y mientras se ríe de mi casi inexistente vocabulario. Me gusta mucho la aldea, a unos 2.300 m. de altitud y en un precioso valle con mucha agua, amplias terrazas y rodeado de montes que invitan a soñar.

Entramos en su casa y saludamos a su mujer, varios hijos y su madre, el padre , muy mayor, está inmóvil en una esquina, es sordo y casi ciego según nos cuenta. nos sirven Té, mi amigo ejerce, nosotros alrededor de una sucia mesa, las mujeres y niños nos observan algo alejados, en la otra esquina de la sombría y humilde habitación, junto al armario de la televisión que ruidosa comparte su espacio con comida, tratos antiguos y los tesoros de la familia –veo que la casa tiene agua, luz y TV, así que debe ser una de las ricas, cosa que compruebo luego cuando nos lleva a su tienda-. Pasamos un rato hablando de cosas intrascendentes, y nos ofrece un poco de pan y sardinas, que delicia, pescado a esta altitud :-DDD

Comemos, nos miramos con curiosidad el uno al otro, por alguna razón levanto cierta curiosidad, risas y diría que confianza entre la gente que voy conociendo –en un viaje a México mi amiga y acompañante me dijo que era porque me abría instantáneamente, ofreciendo mi sonrisa, mucha alegría, mostrando curiosidad por las cosas de los demás y mucho contacto personal… a saber-.

Salimos de la casa y hablamos con los muleros que llegan, compramos comida para ellos –no sabíamos esto y no veníamos preparados- y ellos dicen que cogerán algo de sus casas. Quedamos con ellos en los coches, para empezar el viaje, antes vamos a la tienda de nuestro amigo y luego a prepararlo todo.

Aldea de Tasgaiwalt, terrazas

Queremos hacer la ruta por la cara sur, para ver posibilidades de ascenso al Mgoun –tan visitado por su ruta norte, desde el refugio- y para ver si hay alguna ruta invernal interesante. En el Google Earth parece que si.

Este primer día queremos hacer un pateo de aproximación, un par de horitas, poner las tiendas y dejar para el día siguiente el resto de aproximación, y el tercer día la subida a la cumbre y regreso a los coches.

Yess tira con Yola e Iratxe, y Driss como guía, para ir adelantando mientras llegan el segundo mulero, ha cargado sus cosas en la primera y quiere empezar a andar despacio por Iratxe –que sólo tiene 4 años-. Media hora después salimos nosotros, ya es un poco tarde, nos quedan unas 3 horas de sol y 1 más de luz. A la salida del pueblo, al atravesar el río, perdemos algo de tiempo intentándolo primero y descalzándonos después. Los muleros nos cogen cierta distancia y el otro grupo aún más. Vamos a buen ritmo, pero las cuestas, la mochila y el mucho tiempo que hacía que no andaba me agotan en las primeras cuestas con fuertes pendientes.

Primera aldea del camino

Al llegar al final de la primera cuesta recibo un toque por el Walkie, Yess ya ha llegado al collado y está bajando al pueblo que hay, donde nos espera para pasar la primera noche, como habíamos quedado. Nosotros vemos un pueblo y le pregunto a Simo, este es el primero, y nosotros hemos quedado tras el collado, al que aún nos queda un buen trecho. Apretamos el paso, pero la cuesta se hace bastante fuerte, y me resiento. Hay una serie de valles pequeños, y el maldito collado no llega nunca. La noche se acerca, los muleros van delante, no puede ser que estemos tardando tarde, aunque estoy roto, no puede ser que Yess nos haya sacado tanta ventaja. Se lo digo a Simo, pero ya es tarde para otra cosa más que seguir, los muleros van delante y la noche se nos ha echado encima.

Por fin llegamos al collado, estoy roto, le pregunto cuanto queda para la aldea y me dice que poco, en verdad me quiere animar, porque aún tenemos que bajar 500 m. de desnivel en la oscuridad. Cuando por fin llegamos a la aldea –que no son más que una serie de sembrados con 2 casas abandonadas-, estoy completamente roto, apenas tengo fuerzas par montar la tienda –hemos subido 900 m. y bajado otros 500, en 3 horas largas-. El otro grupo no está, nos hemos perdido, pero sólo puedo meterme en el saco y dormir, me he roto por mi baja forma y el virus que llevo encima, y estoy preocupado por el día siguiente.

Fer con el Mgoun al fondo

Más fotos del trekking aquí.

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