domingo, 17 de mayo de 2009

Mgoun Ride. Día 2º.- Campo Altura

Mapa del campo base y cercanías.

Nos levantamos con el sol, 6AM, me encuentro agotado. Bajamos a por agua al río y pruebo el filtro que me ha dejado Luis –le cuesta pero funciona-. Son apenas 20 metros pero la subida se me hace interminable. Pienso que no voy a poder subir al Mgoun, son 1400 m. de desnivel y no quiero ser ninguna carga.

Desayunamos Simo, los dos muleros y yo, y siento como mi cuerpo me pide agua, bebo mucha, tal vez dos litros, con una dosis triple de spirulinamaravillosa alga-. Como pan con queso, tomates crudos, galletas, como digo, lo que me va pidiendo el cuerpo.

Poblado nómada donde estamos

Pensamos que al segundo grupo le quedan unas dos horas para llegar, y me tumbo a descansar. Abderahmon –el mulero que venía con Tetera- está mosqueado, la perdió anoche y no quiere estar dos días sin tomar Té, y se va a dar una vuelta por el poblacho a ver si encuentra una en alguna casa. La noche anterior no me di cuenta, pero estamos en un poblado nómada –de verano-, en un bonito valle de altura, muy tentador para venirse a pasar un mesecito cuando el calor apriete. Mientras tanto Hannou, el otro mulero, nos enseña una planta cuya raíz se usa para hacer anestésicos, se la compran a 50DH el kilo y ha decidido pasar el día recolectando para sacarse un sobresueldo –al final sacó más por esta planta que por lo que le pagamos nosotros, que gran virtud esa-.

Abderahmon regresa contento, en la casa del Santón no había nada –¿cómo?, pero en una casa casi del final ha encontrado lo que buscaba: una tetera de porcelana blanca, cuando se compró, que ahora era entre ocre y marrón y el hervidor de agua, un cacharro negro hollín de dudoso metal. Pienso que no es posible usar eso, pero con un poco de agua y un buen fregado con los dedos, se pone a preparar un Té en una improvisada hoguera que está de muerte.

Tomamos varios seguidos, tal vez 4, tengo que recuperarme, seguimos tumbados y charlando un buen rato, quizá una hora, hasta que aparecen en mula Alí y Hassan, nos saludan y les ofrezco Té. Alí baja de su mula y se sienta a nuestro lado, me levanto y voy a buscar nuestra comida, les ofrezco galletas y pastelitos que cogen, Hassan baja de su mula y se une al resto.

 Poblado nómada con Terrazas

Ellos hablan de sus cosas, tienen huertos aquí y han subido a trabajar preparando los campos. Yo de vez en cuando digo alguna cosita y Simo me ayuda con las preguntas serias.

De repente ocurre uno de los momentos bereberes mágicos que tanto me cautivan, Alí se va a su mula, mete la mano en la tela que lleva como silla y saca el pan que se ha subido, dos hogazas calentitas. Lo entiendo sin traducirlo, al saber que nuestro pan es de ayer y sabiendo que estaremos hasta mañana nos da el suyo. Él ya comerá por la noche en su casa. Su gran generosidad ¿quién le da su pan a un desconocida? me emociona, me hubiera encantado captar el momento en video, allí tumbado en la pradera, rodeado de pájaros y montañas y en un primaveral día soleado; disfrutando del momento, del encuentro con el otro, de la compañía mutua. Todo simple, pero perfecto, con una inmediatez y naturalidad aplastantes, y con mucha, mucha generosidad, que es una manera simple de amar al prójimo.

Ya puestos les invitamos a comer con nosotros, y ellos sacan unos dátiles y pasamos un rato más de Tés, risas y charlas.

Se van a ir a trabajar, pero antes nos hacemos la foto. Este rato se tiene que quedar presente siempre en mí. Les digo que la pondré en Internet y se ríen… que entenderán que les he dicho.

Foto tras un maravilloso desayuno

Ya son casi las 9, y el otro grupo aún no ha aparecido, y debería. Le pido a Simo que mire si algún mulero puede ir a buscarles y se va con Abderahmon a ver si los encuentran.

Yo sigo recuperando fuerzas y me duermo un rato, hasta que Hannou viene gritando y señalando al collado, por fin llegan. Simo trae a Iratxe en una mula y la otra viene cargada con las mochilas, y algo más retrasados Yola, Yess y Driss. Al final se habían quedado en el primer pueblo, no me podía creer lo cerca que habíamos estado de vernos la tarde anterior, y yo que me creía que nos sacaban mucha distancia. Como imaginaba una familia les había ofrecido casa, cena y unas mantas, así que todo había ido bien. Le pregunto a Iratxe y me dijo “Lo hemos pasado muy bien, ¿tú donde estabas?”.

Yess me dice: “Comemos un poco, descansamos y nos subimos con una tienda a hacer un campo en altura, a mitad de camino”, yo todavía no me he recuperado y se lo digo, a ver como ando luego y que Simo se iba a subir con nosotros. Preparamos una comida llena de hidratos y proteínas, tomo más Spirulina y compartimos todo entre todos –salvo las chacinas que llevamos-.

Son las 2, vamos a descansar un par de horas y continuamos, nos damos un paseo por las terrazas cultivadas y nos tiramos junto al río a beber agua y lavar los platos, menudo día.

A las cuatro preparamos las cosas, me siento mejor, así que decido tirar para arriba, si veo que no puedo me vuelvo, o me quedo en el otro campo. Yess me dice que vamos a subir tranquilos, hasta que haya luz, yo pienso que a ver.

A las cinco salimos, Yess ha cogido la tienda y Simo la comida, esta ayuda en el peso –creo- es sin duda lo que me permite subir –gracias a los dos-. En las primeras cuestas no voy mal, un ritmo lento pero sin parar. Al poco me adelanto un poco, me gusta ir abriendo la ruta y no sentirme el último, y al verme con fuerzas voy tirando.

El desnivel aumenta pero sigo bien, le digo a Yess que como va con la tienda y me dice que algo cansado por los 500 m. que se ha subido a Iratxe a la espalda pero que bien, que sigue tirando, que cabrón!

El paisaje es precioso y empezamos a ver neveros, vamos subiendo todo el rato, salvo un par de llanuras, los picos empiezan a aproximarse.

A las tres horas, cuando se empieza a ir la luz, encontramos una llanura que nos gusta, no tiene muchas piedras, hay nieve para fundir y la vista de la cumbre nos ayudará mañana a decidir la ruta.

La experiencia de montar un campo de altura para atacar una cumbre es mágica. No es comparable, aunque tenga su encanto, al estar en un refugio, ya que aquí el contacto con la naturaleza es mucho mayor, y más cuando, como nosotros, estás sólo en medio de la montaña, con el viento, el frio, la nieve y un par de amigos.

 

Montamos la tienda y Simo y yo entramos dentro, con los sacos hasta la cintura y bien abrigados, todavía no hace bajo cero, pero le queda poco. Yess se sienta en la puerta y ejerce con su gran experiencia en alta montaña. Yo ya he tenido un poco estas experiencias, pero Simo –recién salido de la escuela de guías de montaña del Alto Atlas- está alucinado, se lo noto.

Cenamos y nos tomamos varios cafés con barritas energéticas fundidas. Ya es de noche y el frio aumenta, a dormir todos.

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